El 20 de julio se cumplen 55 años desde que Neil Armstrong se convirtiera en la primera persona en pisar la Luna, a las 10:56 p.m. EDT del 20 de julio de 1969, o, a las 2:56 a.m. UTC del 21 de julio de 1969, según la hora española.
La misión Apolo XI, tripulada por Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins, puso a prueba la tecnología de aquella época, llevando a cabo el primer alunizaje exitoso en la historia de la humanidad.
Sin embargo, detrás de estos tres astronautas había un gran equipo de ingenieros, científicos y técnicos que rompió barreras y trabajó en conjunto, enfrentándose a convencionalismos y desigualdades predominantes en la sociedad de aquella época. Este esfuerzo colectivo no solo marcó un hito en la exploración espacial, sino que también representó un avance significativo en la superación de las barreras raciales y de género en el ámbito profesional, demostrando el poder del trabajo en equipo y la innovación para transformar el mundo.
En los años 50 y 60, ya se comenzaba a utilizar computadoras para fines científicos. En la NASA, durante los programas Mercury y Gemini, se empezaron a usar computadoras electrónicas para realizar cálculos complejos de trayectorias y análisis de datos.
En la misión Apolo XI, aún había un gran trabajo manual para realizar los cálculos de trayectoria y la verificación de datos. El diseño y la integración de los sistemas del módulo de comando y del módulo lunar requerían la realización de muchas pruebas manuales y ajustes. Esto incluía pruebas de simulación, ensamblaje de hardware y verificación de sistemas antes del lanzamiento. En el Centro de Control de las Misiones se realizaban cálculos en tiempo real para monitorear la posición y el estado de la nave espacial. Aunque las computadoras ayudaban en este proceso, los datos también se verificaban manualmente, y los ingenieros y técnicos estaban listos para intervenir manualmente en caso de problemas.
Dentro de este equipo técnico se encontraban las llamadas «computadoras humanas». Este equipo, formado por mujeres, era responsable de calcular las trayectorias de lanzamiento, órbitas y aterrizajes. Sus cálculos ayudaban a ajustar las trayectorias en tiempo real, lo que era esencial para la seguridad y el éxito de las misiones.
En la misión Apolo XI, Katherine Johnson destacó por su papel crucial en varios aspectos críticos:
Cálculos de Trayectoria: Johnson calculó la trayectoria de vuelo de la misión Apolo 11 desde el lanzamiento hasta el alunizaje y el regreso a la Tierra. Estos cálculos incluyeron el plan de vuelo preciso que garantizaba que la nave espacial pudiera ingresar a la órbita lunar y luego regresar de manera segura.
Planificación de Contingencias: También fue responsable de desarrollar procedimientos de emergencia para permitir un regreso seguro en caso de problemas durante el vuelo.
Verificación de Computadoras: Aunque en el momento de la misión Apolo 11 los cálculos eran realizados principalmente por computadoras, su habilidad para verificar y validar estos cálculos fue esencial para asegurar la precisión y la confiabilidad de los sistemas computacionales.
Katherine Johnson vivió 101 años, y al final de su vida, recibió numerosos premios y reconocimientos. En 2015, fue galardonada con uno de los más importantes: la Medalla Presidencial de la Libertad. Este galardón se otorga a aquellos que han demostrado una «contribución excepcional» en campos como la cultura, el arte, la política o la ciencia.

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